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martes, 15 de junio de 2010

TEPITZIN (Pequeño)



¿Te preguntas por tu madre Tepitzin,?
¿Quién es ella?
Si somos todos hijos de su agrietado territorio.

¿De quién es la sangre que huye por nuestras venas juglares?
Y la obscena consecuencia de contarte
en los brazos de los hartazgos;
sobre las cenizas del rancio esfuerzo
que pastorea en tu boca abierta,
ávida de migajas que sueltan
los descuidados pajarracos que te atan las manos.

Te veo atravesarte el océano de la inmortalidad a brazadas
Como muestra de tu incansable voluntad guanaca
Como un halo de luz, poeta,
Como flor de poesía de la diáspora de invierno.

Y te relames mordisqueando apenas
restos de mortuorias osamentas,
que un día fueron manchas de nirvana
en tus ojos ahora ya sombríos.

¿Hasta donde ha llegado tu madre?
¿Cuando se ha vaciado la dignidad de sus ojos?
De unas manos sucias de prodigios
De grotescos rehenes sin rostro
Nacen violentados por entre sus orejas
Buscando aire, bravura y perpetuidad.

Se le ha olvidado el verdadero nombre de las cosas.
El tamaño de este diminuto feto que lucha por vivir.
Entre tanta humazón que esparcen los carroñeros de la patria
Hijos de su putrida madre de 8 cabezas

Tus hermanos te avistan y te escuchan sollozar.
Sus espaldas mojadas se hinchan de orgullo.

Y Tepitzin,
tu te cobijas en las greñas olorosas
De tu gloria, de tu celda doblegada,
De las cloacas de tu indignación.
Bordadas con sangre, con balas,
con lágrimas de indios, de niños, de sueños,
de cerros de sangre seca y de pueblos enteros.

Se va bordando el punto fino sobre tu mismísima piel correosa
se incrusta en tus pliegues y en tu irreverencia.
Forjando un abrazo ineludiblemente fatal
Que nos encuentra por las noches,
El inevitable abrazo de la consciencia.

Piensan que te exprimen el ímpetu
Que se chupan tu vida con todo y su ropa sucia
Con todo y tus azules de cielo en las ventanas,
Junto al poderío de tu voz,
y tus irredimibles muestras de amor,
junto a tus palabras que como luciérnagas en nuestra boca
reclaman y predican libertad!

Extraño tu sonrisa de barro cocido
Tus entrañas de adobe mojado
Donde se fermentó nuestro legado.

Gritaste Insurrección
Y calleron del cielo 10,000 granos
de una milpa necesaria
extinguiendo nuestra escencia.

Sus garras, pequeño,  arrasan con todo lo que ama!
Con todo, sin coma ni puntos.
TODO!

“Arrurú mi niño cabeza de zinzontle”
(A desalambrar)

Se oye entre la tormenta al pájaro reloj,
Al ave del barranco,
Al vigilante.

(A desalambrar)

“Si no t dormís…”

Y cantó el torogoz.
Tiñéndote de azul la frente inerte con su canto.

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