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viernes, 29 de octubre de 2010

A-MAR (La Mujer Bruma)



Perdóname amor por haber pecado, por dejarte en este inesperado pasado lleno de augurios y promesas errantes, por volver de cuando en cuando a recoger mi imagen que se fuga cada vez que extraña tu voz, por tejerte ese beso de piel en la mano derecha y pensar que el destino de dos también son dos.


Al menos eso recuerdo de la nota que deje, la que me condeno a ser condenada, la que me destinó por siempre al claustro de los brazos de mi segunda pasión.


Que fácil es amar, no te parece? Me parece a la vez que nunca conocemos el amor. Siempre creemos que es el ajeno. Siempre se quiere otro color.  Concluimos que si hubiésemos hecho ese encuentro, si tan solo hubiera escrito esa carta, si le hubiese sonreído ese día, Y si le hubiera aceptado la invitación? y en SIs se nos va la vida, tropezando y clavándonos los cristales, vestigios sublimes del corazón que andamos a cuestas. Uh! a veces tanto que pesa y a veces pluma de vuelo. Quien entiende al corazón sin dueño.


La verdad de todo es QUE EL DOLOR NO EXISTE. Y sí AGUADULCE, NO EXISTE! Me parece totalmente normal que queras inventarla, hasta sano diría yo! Pero eso ha cavado mi tumba. Yo que culpa de tu dolor, acaso vos no t equivocas? Mandaste a q me apresaran. A mí! A tu flor de pluma, al color de tu deseo. Mandaste a esos locos tras de mí, a los gritos desahuciados de tu cordura, creyéndose con la potestad de regalarme el destierro a los brazos de mi amante. No sé porque no me opuse al principio, solo me deje llevar. Me llevaron al estero y se sentaron en la costa a esperar mi ocaso, mis celajes agónicos, mis giros de espuma.


Abrazada al viento pensé en escapar. Pero cómo? Entonces me aferraba a él como esperanza ajena, él me enredaba en su caudal de escarcha haciéndome ceder y lentamente, olvidar. Remontamos en remolino hasta enterrarnos en una nube y hacerla llover a cantaros. La nube, deshecha en nostalgia, nos expulsó estrepitosamente al suelo, envueltos en un trueno con una velocidad atemorizante.


Yo pensaba en el estanque, en la risa de mi madre, en el sonido del arroyo y la mañana, pensaba en las clases de Historia de don Carlitos, en el chucho seco de la vecina que tanta bulla hacia y en algún desinteresado par de ojos cafés, de los cuales me preguntaba, aun estando en esta situación, su paradero. Suspire y cedí completamente, entregándome a sus poderosas corrientes y cayendo aun a más velocidad q antes. - Tienes que aceptarlo - me dijo al fin el viento- No somos mas que dos gotas de llanto en esta canción lluviosa- concluyo cuando finalmente nos sumergimos en las sales de lo que sería mi destierro.


Adonde se fue esa A que me precede? No lo sé. Pero, no me puedo quejar. A veces me reflejo en los ojos de los viajeros y en cambio les regalo un suspiro de espumoso oleaje. Por momentos, me aburro y juego con los bucles de la brisa y su risa ingenua, acompaño a los veleros y platico con las gaviotas o aun mejor! Me pongo a contar todos aquellos sueños arrojados, anhelos, plegarias, lágrimas, en fin todos esos ríos que como siempre terminan aquí. Y muy de vez en cuando me da por volverme niebla y sentarme en una roca a descansar, en medio de un bosque, extrañando la costa blanca de mi exilio.


Tú te quedaras esperando que salpique la negrura de tu abrigo cuando tu otoño marque las dos.