No hay como estos días lluviosos de mayo para que nos inundes las venas.
Te nos inyectas pernoctando agudo en nuestra consciencia urbana,
Palpando en el silencio la infamia de tus victimarios,
Haciéndola flor, abeja, lágrima, pan y hasta tormenta,
Desatando la vorágine de tus letras en nuestra voz cansada,
Espigando lo empíreo en nuestra mirada triste,
Lo irreverente y lo profano, lo paradójico y lo sagrado.
Afilando nuestras lenguas para la posta de la madrugada,
Anidando en nuestra boca 5,000 estrellas como llamaradas blancas,
Que no se extinguen, que matan, que crean y que hacen llorar.
Que le corten la sombra he dicho, es una orden gubernamental!-exclamó Satanás
Descargando los escondidos muertos que deambulaban bajo su brazo de acero.
(Que el tiempo se detenga a regalarte una elegía sobre las piedras, sobre las flores de guerra, bajo los almendros sublimes de Chalatenango...) se escuchó al viento llorar…
-Sáquenle el alma, córtenle la sombra y mutílenle la poesía, letra por letra, sentimiento a sentimiento, hasta que no quede ni el mas mínimo beso calloso en su osamenta!-
Balbuceaba aturdido entre la niebla rodeado de un pueblo sin cabeza ni decisión.
No hay como estos días lluviosos de mayo para que se le parta a uno el corazón.
Dalton está imborrable en la memoria de los que amamos la literatura.
ResponderEliminarMe gustó mucho este poema.
Eso es irrefutablemente cierto...
ResponderEliminarLos poetas no mueren, se multiplican con su voz...él se convirtió en eco permnente en nuestras voces..
Me alegra q t haya gustado!