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sábado, 1 de mayo de 2010

Cáscara

 
Por estas fechas,
mi cabeza, ave dispersa,
a cada llamado de la luz
inmigra hacia la penumbra,
tal como lo hacía ayer.

Ya no cuento tus pasos
ni el lujoso ritmo que me corrompe
y me disuelve en el oro líquido de tu sexo.

Ninguna nostalgia me encadena
no me es necesario el dolor para saber que existo.
La tinta en mis dedos,detrás de mis ojos,
la que se esparce manchándome el iris de mi percepción diurna,
el monzón temprano de abrazos amigos,
la brisa lejana de unos labios viajeros,
son mi único y mas auténtico manifiesto.

Menos ahora que la interminable neblina nos cubre.
A , a la ciudad, a los enajenados títeres de lo incierto,
a la constelación de promesas y fragancias enterradas,
al cadáver en el que poco a poco me convierto.

Soy la cáscara de una mujer que ya no espera
que bebe de su propio y etnocéntrico veneno
absorbiéndole directo, humedeciéndose
de los jugosos y lacerantes labios de la incertidumbre.
Justo ahí, donde ya nada existe.

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