A veces sueño que eres mío
que navegas en mis ojos
y que en tus labios despertamos
dioses antiguos.
Que en la quilla de mi piel
descubrimos otros mundos.
Y que tus manos,
gaviotas dormidas,
cantan el amanecer de un idilio
surcando el trazo mi bruma.
El grito que se ahoga entre dos desnudos
es una flor nocturna
su aroma almizclado
censura la palabra y
pare imágenes
como carrusel de absurdos.
La vida en color de caos luce bien
con el filtro cromático de una mirada,
que juega a ser mujer
sin pretenderlo.
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