Pertenecemos al trueno,
decía ÉL mientras se desvestía,
Pertenecemos al sonido
que retumba y desgarra
entre las brasas de vida;
en el tambor que tu sangre agita
y me contagia en su melodía
cada vez que me besas.
Pertenecemos a la luz,
decía ELLA mientras soltaba su pelo encendido.
Pertenecemos al destello
que genera tu centro cuando se conecta al universo;
a lo boreal en tu pecho cuando dices mi nombre;
A las trepidas fulguritas
que se forman
cuando me tocas,
a lo que eres cuando te absorbe mi mirada,
a lo que soy cuando me eclipso entre tu piel.
Soy la luz dijo ella,
Yo el sonido dijo él.
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