Un grito en el silencio me obliga a callar
Las notas que se escapan por entre mis labios ciegos
han de volver cargadas, con sus brazos llenos,
entintados de un azul grave y decidido,
cada una con su moraleja bajo el brazo,
con su sonrisa cínica y orgásmica;
con la certeza extraña
de haber crecido
dos moléculas, tres centímetros
y cuarenta mundos lejos de ti.
Sin que me falten alas, brillo;
Y la luz me ensancha y me anochece,
navego en la angostura del iris
de donde todo se irguió.
Y soy sol en la sinonimia de tu memoria,
sin que me falten alas.